martes, 10 de mayo de 2011

¿Creyente, agnóstico o ateo?

Esas 3 serían las posibles escalas dentro de las creencias en seres sobrenaturales. Obviamente yo me encuentro en el primer grupo desde hace mucho tiempo, pero hoy, mientras hacía kilómetros en la elíptica, me he acordado de la primera vez que me lo preguntaron. Fue en clase de Filosofía en el instituto y no recuerdo si tenía 15 ó 16 años. Conteste sin dudar ateo, ya que era algo que desde hacía mucho me había planteado y había llegado a la conclusión lógica de que esa era la posibilidad más factible por mucho. Entonces la profesora reformuló la pregunta y me dijo: "¿pero eres ateo -niegas la existencia de Dios- o agnóstico -no la niegas, pero no crees-?" y ahí fue cuando me hizo dudar. Claro, yo no podía probar la no-existencia de Dios y siguiendo esa línea de razonamiento no podía declararme tajantemente ateo... aún me quedaba mucho por aprender, claro.
Y después de mucho leer, informarme de cómo está montado el tinglado, viajar para ver in situ cómo funciona el negocio de las creencias... amigos, ya no tengo dudas. Soy ateo y siempre lo he sido, como lo es cualquier agnóstico aunque no le guste admitirlo. Para mí, la diferencia entre un agnóstico y un ateo no es más que el hecho de que el primero lo único que quiere es que lo dejen tranquilo, es un tema que no le preocupa y pretende ser lo que llamamos políticamente correcto. Un ateo, según lo veo yo, es alguien que se ha preocupado por el tema, por uno u otro motivo y ha llegado a la conclusión razonada de que las creencias irracionales son absurdas, es decir es alguien que ha aplicado el método científico a esa parcela de su vida y no le importa defender su punto de vista. Justamente hoy, buscando una imagen para ilustrar esta entrada he llegado a un artículo interesante de la Web SinDioses, traducción de un texto de Victor J. Stenger (un físico americano activo en temas de ateísmo y filosofía) en el que explica por qué él no es agnóstico. Realmente es una gran reflexión que deja un poco en evidencia la cómoda postura agnóstica ;)
Me ha quedado por resolver una cuestión que planteaba en el primer párrafo: si no puedo demostrar la no-existencia de Dios, ¿me quedan 2 opciones: creer o ser agnóstico? Y la respuesta es tan sencilla como cabría esperar: no soy yo quien debe probar la no-existencia de un ser sobrenatural, sino que quien plantea su existencia es quien debe probarla y no a través de plantear dudas (mejor o peor elaboradas) como se suele hacer en el llamado Diseño Inteligente, sino a través de pruebas contrastables.
Pero dando una vuelta más de tuerca: si los creyentes de una religión llaman mitología a las religiones de los demás y les parecen absurdos los ritos de los mayas o los aztecas, el mormonismo, los ritos de las tribus africanas, la santería, el vudú, el chamanismo... y a éstos a su vez les parecen absurdos los de los demás, porque todos "saben" que su fe es la verdadera... aludiendo al razonamiento de la navaja de Ockham, ¿no será que ninguna es verdadera?

1 comentario:

Migue dijo...

Yo fui creyente, un poco por inercia. Ahora soy ateo gracias a Dios.